La imagen presenta un samurái postrado en reverencia, con su espada katana clavada verticalmente en el suelo frente a su shogun. Su armadura tradicional brilla bajo la luz tenue del atardecer, mientras el cielo se tiñe de tonos anaranjados y púrpuras. Frente al samurái, el shogun, en un trono elevado, observa con seriedad la muestra de respeto. La iluminación destaca tanto la figura del samurái como la solemnidad del gesto, creando una atmósfera intensa y reflexiva.